English Transcript
Prayer can have many expressions, but basically they’re all rooted in our relationship with God, and then we decide how we want to express this relationship. And the benefit of prayer is not so much in what form we use as in the relationship that is the source of the action in the first place. And this relationship can keep growing. So, as it keeps growing, the prayer has to be adapted to the new levels of perception and understanding. And these move through the humanity of Christ and the inspiration of his teaching and example, but tend to emphasize the work of the Spirit, which is Christ’s Spirit, which he gave to the Apostles at Pentecost and which he’s given to us and these exposures, so to speak, to the Spirit tend to focus our attention more on the divinity of Jesus and on the simplicity of that relationship, which becomes a kind of a direct encounter, without the intermediaries of human props and rituals, thoughts and feelings.All of these remain honorable and available and valuable and one practices them at other times of the day as appropriate. But for the formal period of prayer – or if you’re very advanced – at any moment that you choose, you can sit down, let go of the external noise and of your thoughts and be pulled, or drawn or attracted, or sink or however expression you want to call it, into a silence that has a sound which is no sound and which is the filling up of the emptiness that you have exercised in letting go of your preoccupations, the filling up with the presence of God. Not as a feeling. Not as a thought. But as a reality!Semana de June 29 – Lo que Llena el Vacío que Nace del Silencio
La oración puede tener muchas expresiones, pero básicamente todas se basan en nuestra relación con Dios, y luego decidimos cómo queremos expresar esta relación. Y el beneficio de la oración no depende tanto de qué forma usemos sino de la relación que es la fuente de la acción en primer lugar. Y esta relación puede seguir creciendo. Así que, a medida que sigue creciendo, la oración tiene que adaptarse a los nuevos niveles de percepción y comprensión. Y estos pasan por la humanidad de Cristo y la inspiración de su enseñanza y ejemplo, pero tienden a enfatizar la labor del Espíritu, que es el espíritu de Cristo, que dió a los apóstoles en Pentecostés y que nos ha dado a nosotros, y este exponernos al Espíritu, por así decir, hacen que nuestra atención se enfoque más en la divinidad de Jesús y en la simplicidad de esa relación, que se transforma en un encuentro directo, sin intermediarios que utilizar, como apoyos, rituales, pensamientos y sentimientos.
Todos ellos siguen siendo honorables y valiosos y siguen estando disponibles, y los practicamos en otros momentos del día que sean adecuados. Pero para el periodo formal de oración – o si estamos muy avanzados – en cualquier momento que elijamos, podemos sentarnos, dejar ir el ruido exterior y nuestros pensamientos y ser atraídos, o hundirnos, o como quieran expresarlo, en un silencio que tiene un sonido que no es ningún sonido y que llena el vacío- para el que nos hemos ejercitado al dejar ir nuestras preocupaciones - lo llena con la presencia de Dios. No como un sentimiento. No como un pensamiento. ¡Sino como una realidad!
